Tras 16 meses en la clandestinidad, María Corina Machado volvió a mostrarse en público este miércoles por la noche en Oslo, donde fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz y entonó el himno nacional junto a un grupo de venezolanos que la esperaba. Su reaparición cerró una de las fugas más audaces y complejas de los últimos años, que dejó en evidencia las fisuras del aparato de control del chavismo.
La líder opositora vivía oculta desde agosto de 2024, pocos días después de las elecciones presidenciales en las que Nicolás Maduro se proclamó ganador sin presentar pruebas, mientras la oposición exhibía actas reconocidas internacionalmente que señalaban un triunfo contundente de Edmundo González Urrutia. Desde entonces, Machado había desaparecido de la esfera pública. Su última aparición registrada databa del 9 de enero, durante una protesta, hasta que sorprendió al mundo al llegar a la capital noruega.
La planificación de su escape comenzó dos meses atrás, cuando se confirmó que recibiría el Premio Nobel de la Paz. La gran incógnita era si lograría salir de Venezuela. Aunque no llegó a tiempo para la ceremonia oficial, sí consiguió abandonar el país con apoyo del gobierno de Donald Trump —tal como ella misma confirmó— y con la ayuda de una red venezolana especializada en exfiltraciones.
El lunes por la tarde inició la travesía. Salió del lugar donde permanecía escondida en las afueras de Caracas y emprendió un viaje de casi diez horas hacia un pequeño pueblo pesquero del litoral. La acompañaron dos personas que permanecieron a su lado durante toda la operación. En el trayecto atravesaron más de diez controles militares. Para no ser reconocida, Machado usó una peluca y un disfraz que le permitieron engañar a los retenes. Ya en la costa, descansó unas horas antes de la etapa más crítica.
A las cinco de la madrugada del martes abordó una pequeña lancha de madera rumbo a Curazao. Las condiciones meteorológicas eran adversas: vientos fuertes y olas altas que retrasaron el cruce. Aunque se desconoce el punto exacto de salida, la distancia entre Venezuela y la isla holandesa puede variar entre 65 y más de 200 kilómetros, dependiendo del puerto de origen.
La extracción estuvo coordinada por Bryan Stern, ex miembro de fuerzas especiales de Estados Unidos y director de la fundación Grey Bull. Según relató, Machado fue trasladada por mar hasta un punto de encuentro en alta mar, donde otra embarcación la esperaba. El cruce marítimo completo duró entre 13 y 14 horas. Stern lo describió como un viaje “peligroso y tenso”, dificultado por el oleaje pero favorecido por la baja visibilidad en los radares.
Mientras la lancha avanzaba, sistemas de seguimiento aéreo registraron la presencia de aviones F-18 de la Armada estadounidense sobrevolando el Golfo de Venezuela, en lo que significó su aproximación más cercana al espacio aéreo venezolano desde el despliegue ordenado por Trump meses antes. Según reconstrucciones posteriores, hubo comunicaciones previas con Washington para advertir que Machado se encontraba en la embarcación y evitar incidentes.
La líder opositora llegó a Curazao el martes por la tarde. Allí la esperaba un contratista privado especializado en extracciones, enviado por pedido de la Casa Blanca. Pasó la noche en un hotel de la isla y al día siguiente retomó el viaje. Aún le quedaban más de 9.000 kilómetros para reencontrarse con su familia y volver al escenario internacional tras casi un año oculta.
El miércoles por la mañana abordó un avión privado que había llegado desde Miami. Salió desde el aeropuerto de Willemstad rumbo a Noruega. Antes de despegar, avisó al Comité Nobel que no alcanzaría a llegar a la ceremonia, aunque confirmó que ya había salido de Venezuela. Mientras tanto, su hija Ana Corina Sosa recibía el galardón en su nombre.
El jet —un Legacy 600 de Embraer, con matrícula mexicana y operado por una empresa de aviación ejecutiva de Querétaro— realizó una escala técnica en Bangor, Maine, antes de continuar hacia Europa.
Cerca de la medianoche del miércoles, el avión aterrizó en Oslo. Las agencias internacionales captaron a Machado a través de la ventanilla del avión semivacío. De inmediato se trasladó al Grand Hotel, donde su equipo la esperaba desde el día anterior y donde se habían reunido decenas de simpatizantes.
Tras reencontrarse con sus tres hijos, salió al balcón después de la medianoche para saludar a quienes aguardaban su llegada. Luego bajó a abrazarlos. Su aparición en Oslo no solo marcó el final de una fuga extrema, sino también un revés simbólico para el régimen de Maduro, incapaz de impedir que su principal rival política escapara del país y volviera al centro de la escena internacional.
El Provincial Tucumán San Miguel de Tucumán