No anunció candidaturas ni presentó proyectos concretos, pero convoca multitudes, habla de poder, cita a Shakespeare y despierta adhesiones propias de un dirigente político. Dante Gebel dejó de ser solo un referente religioso o un showman: su figura ya circula en la conversación política y su nombre empieza a sonar en sectores del peronismo como una eventual alternativa para enfrentar al presidente Javier Milei.
Durante casi tres horas sobre el escenario, vestido con un traje negro impecable, Gebel domina la sala con la precisión de alguien que conoce a la perfección los tiempos del espectáculo y del público. Lo que ocurre frente a miles de personas se parece más a un show híbrido —entre stand up, recital y charla motivacional— que a un culto evangélico tradicional.
A lo largo de la noche baila, canta temas de Julio Iglesias y José Feliciano, imita a su madre, cita a Neruda y a Shakespeare, proyecta imágenes de Diego Maradona y recuerda su infancia humilde en San Martín. También desliza chistes con guiños políticos sobre Javier Milei y Patricia Bullrich, provocando risas constantes. Jesús aparece recién después de cuarenta minutos y el mensaje religioso queda reservado para el final.
Ese corrimiento es deliberado. Gebel define su propuesta como un “caballo de Troya”: ingresar por la cultura, el humor y la emoción para luego introducir el mensaje espiritual. “Lo hacemos adrede, para que no tenga ese tinte religioso”, explica. En el River Church de California, el estadio propio con capacidad para casi 5.000 personas donde predica desde hace quince años, el tono cambia: allí la religión ocupa el centro y los servicios concluyen con oración.
Reconocido conferencista, actor, conductor y productor, Gebel conduce Dante Gebel Live, emitido en todo el mundo, y el Dante Night Show, un late night que se transmite en Estados Unidos con monólogos, entrevistas a celebridades y reflexiones sobre la vida cotidiana. En redes sociales acumula más de mil millones de reproducciones.
Su éxito, sin embargo, incomoda a sectores tradicionales del evangelismo, que cuestionan su estilo descontracturado. Aun así, los números hablan por sí solos. Su tour “Presidante”, recientemente presentado con dos funciones agotadas en el Gran Rex y una gira nacional a sala llena, fue pensado para todo público. O para todo tipo de votante.
El eje del espectáculo es una consigna simple: qué haría Gebel si fuera “Presidente por un día”. Las propuestas son abstractas, pero el clima es político. El público corea “Presidente, presidente” y algunos asistentes confiesan que lo votarían. Gebel responde con ambigüedad: “Todavía no me pueden votar, pero quién sabe lo que la Providencia tiene pensado”. En entrevistas, incluso admitió que le gustaría “hacer algo más oficial”.
La idea no circula solo entre sus seguidores. Dirigentes peronistas, libertarios y sindicales ya trabajan para tentarlo. El crecimiento del evangelismo —cerca del 20% de la población— y su reciente desembarco con peso propio en el Congreso refuerzan el escenario. La pregunta se repite: si un outsider como Milei llegó al poder, ¿por qué un comunicador carismático como Gebel no podría hacerlo?
Radicado en Estados Unidos desde 2009, Gebel consolidó un entramado que incluye ministerios, productoras y fundaciones. Asegura vivir de sus shows, libros y contenidos digitales, y afirma haber donado más de 46 millones de dólares desde 2020.
Su vínculo con la política no es nuevo: pidió el voto por Daniel Scioli, bendijo a Nayib Bukele en su segundo mandato, entrevistó a Agustín Laje y fue alentado por Jorge Lanata a dar el salto. También recibió críticas, incluso desde sectores evangélicos, por sus posturas conservadoras contra el aborto y el matrimonio igualitario.
Por ahora, asegura no tener nada definido y afirma que su futuro lo decidirá Dios. Pero algo ya cambió: Dante Gebel dejó de ser solo un pastor o un animador. Se convirtió en una figura capaz de articular religión, medios, redes y política. En la Argentina actual, ese cruce ya no es solo cultural o espiritual. Es, claramente, una expresión de poder.
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El Provincial Tucumán San Miguel de Tucumán