Tras el fuerte conflicto institucional que derivó en la intervención del municipio de Juan Bautista Alberdi, Guillermo Norry pasó de su habitual bajo perfil a convertirse en una figura central durante meses. A pocos días de dejar el cargo, realizó un balance de su gestión, de lo que encontró en la ciudad y de su decisión de volver a la vida cotidiana.
Norry recordó que su llegada a Alberdi fue totalmente inesperada. “Era un sábado. Me preguntaron qué estaba haciendo y estaba trabajando en una subvención. Ahí me informaron que el gobernador necesitaba una tarea y me plantearon el caso de Alberdi. Me dijeron que debía asumir prácticamente de inmediato y armar un gabinete en 24 horas”, explicó.
Contador, militante y con años de experiencia técnica en distintas áreas del Estado, reconoció que la intervención lo llevó a un nivel de exposición que no solía tener. “Siempre tuve mis dos roles: el militante y el contador. En los últimos años estuve dedicado a lo técnico. Pero la convocatoria de junio me puso en un lugar totalmente distinto y me tocó cumplir con el pedido de normalizar Alberdi”, detalló.
“Alberdi es una ciudad tranquila; encontré afecto y respeto”
El ex interventor describió sus primeros días en la ciudad como impactantes. “La primera sensación fue rara: había un operativo policial muy notorio por informaciones que llegaban a Tucumán. Por suerte, con los días eso desapareció y quedamos solo con la guardia municipal”, contó.
A partir de allí, dijo, comenzó a conocer otra cara de Alberdi. “Es una ciudad absolutamente tranquila, profundamente amigable. He vivido noches en Alberdi, he cenado en los bares, he caminado por la terminal a medianoche, y jamás recibí una agresión o un insulto. La amistad y el afecto de la gente son increíbles”, destacó.
Un municipio desordenado y un conflicto de larga data
Sobre el origen del conflicto que derivó en la intervención, Norry evitó personalizar responsabilidades. “Todo proceso es multicausal. Había mucha confrontación social, peleas entre vecinos. También desorden administrativo y en los servicios públicos”, señaló.
El decreto que lo designó establecía tres objetivos claros: garantizar la estabilidad de los trabajadores, asegurar la prestación de los servicios y recuperar la institucionalidad. “Creo que eso lo hemos cumplido. Pero cinco meses es muy poco tiempo. Queda sabor a poco por todo lo que falta hacer”, admitió.
Norry remarcó un momento clave: la participación electoral. “Pasamos de un ‘no queremos votar’ a un 85% de participación sin incidentes. Ese número demuestra que volvió a participar la ciudadanía independiente. Fue una señal de que se recuperó la confianza”, expresó.
Relación con el nuevo intendente y con la oposición
El ex interventor contó que mantiene un diálogo constante con el actual intendente, Bruno Romano. “Nos llevamos bien, construimos una relación afectuosa”, dijo.
También relató que dialogó con dirigentes opositores que habían sido críticos durante la campaña. “La política necesita humanizarse. La diferencia no convierte a nadie en enemigo. Les di un abrazo a ellos también; me alegró que hoy formen parte del Concejo porque eso garantiza más transparencia”, afirmó.
“Me voy sin enemigos y con amigos nuevos”
Sobre su salida, Norry aseguró sentirse conforme con lo realizado. “Alberdi hoy tiene un intendente, un Concejo Deliberante y un municipio funcionando. Me voy con amigos y sin ningún enemigo. Puedo caminar por sus calles tranquilo”, sostuvo.
Finalmente, remarcó que nunca tuvo intención de quedarse en el gobierno local. “Le dejamos la mano totalmente liberada al nuevo intendente. Éramos una transición para devolverle a los alberdianos la posibilidad de elegir su gobierno”, concluyó.
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El Provincial Tucumán San Miguel de Tucumán